Texto de las canciones

Concierto de Gala

Canciones de Wesendonck
(Wesendonck-Lieder 1857/58)
Música: Richard Wagner (1813 – 1883)
Texto: Mathilde Wesendonck (1828 – 1902)

Interpretan:
Louise Lotte Edler, Mezzosoprano
Tammin Julian Lee, Piano

1. El Ángel

En los albores de mi infancia
oí a menudo decir que los ángeles
trocaban las sublimes felicidades celestes
por la luz del sol terrenal

De esta forma, cuando un corazón apenado
oculta al mundo su pesar,
cuando sangra en silencio
y se funde entre lágrimas,

cuando ruega con fervor
pidiendo solo su liberación
el Ángel desciende hacia él
y, dulcemente, le conduce al Cielo.

Sí, también sobre mí, un Ángel ha descendido
y sobre sus alas resplandecientes
eleva, lejos de cualquier dolor,
mi espíritu hacia el Cielo

2. ¡Detente!

Zumbadora, susurrante Rueca del Tiempo,
medidora de la Eternidad
Esferas centelleantes del gran Todo
que rodeáis nuestro globo
Creación original ¡detente!
Cesad en vuestro perpetuo devenir ¡dejadme ser!

¡Detente fuerza creadora!
pensamiento primero en constante creación
¡Deteneos, hálitos! ¡Enmudeced deseos!
Concededme un solo segundo de silencio.
¡Pulso enloquecido, calma tus latidos!
¡Detente, día eterno de la voluntad!

A fin de que, en un afortunado y dulce olvido,
pueda medir toda mi alegría.
Cuando los ojos beben la alegría en otros ojos,
cuando el alma entera se anega en otra alma,
cuando el ser se encuentra en otro ser
y está próximo el objetivo de todas las esperanzas

enmudecen los labios, silenciosos en su asombro
y nuestro corazón secreto ya no tiene ningún anhelo.

El hombre reconoce el sello de la Eternidad
y resuelve su enigma, Santa Naturaleza.

3. En el Invernadero

Coronas de follaje en altas arcadas,
baldaquines de esmeralda,
vosotros, hijos de lejanas regiones,
decidme ¿por qué os lamentáis?

Inclináis en silencio vuestras ramas,
dibujáis signos en el aire
y, como mudo testigo de vuestras penas,
se exhala un dulce perfume.

Grandes, en vuestro ardiente deseo,
abrís vuestros brazos
para estrechar presos de ilusión
el horror espantoso del vacío.

Sé muy bien, pobres plantas,
que compartimos un igual destino.
Aunque viviésemos entre una luz radiante
nuestro hogar no está aquí.

Al igual que el sol gozoso, que abandona
el vacío esplendor del día,
aquel que verdaderamente sufre
se envuelve con el obscuro manto del silencio.

Todo se calma. Un susurro ansioso
llena la estancia obscura.
Estoy viendo cómo pesadas gotas se hinchan
en los verdes bordes de las hojas.

4. Tormentos

Sol, lloras todas las noches
hasta que logras enrojecer tus bellos ojos
cuando, bañándote en el espejo del mar,
te ves abatido por una muerte prematura.

Pero regresas con tu antiguo esplendor,
gloria del mundo obscuro,
despertando en la aurora
como un orgulloso héroe vencedor

¿Por qué, pues, debería lamentarme?
¿Por qué mi corazón ha de ser tan pesado?
¿Por qué incluso el propio Sol ha de desesperarse?
¿Por qué el Sol tiene que desaparecer?

Y si solo la muerte da nacimiento a la vida,
si solo los tormentos proporcionan la alegría,
¡oh, cómo te doy las gracias, Naturaleza,
por los tormentos que me has dado!

5. Sueños

Dime ¿qué sueños maravillosos
retienen prisionera a mi alma,
sin desaparecer, como pompas de jabón,
en una nada desolada?

Sueños que a cada hora
de cada día florecen más hermosos.
Y que, conocedores del Cielo,
pasan felizmente a través de mi espíritu.

Sueños que, como rayos de gloria,
penetran en el alma
para pintar en ella una imagen eterna:
¡el olvido de todo! ¡el recuerdo único!

Sueños parecidos al sol de la primavera
cuyos besos hacen brotar las flores entre la nieve
y que, con una inimaginable felicidad,
acogen al nuevo día.

Y creciendo, y floreciendo,
y soñando, exhalan su perfume,
y se marchitan, dulcemente, sobre tu pecho
para descender después al sepulcro.

Canciones de Rückert
(Rückertlieder 1901/02)
Música: Gustav Mahler (1860 – 1911)
Texto: Friedrich Rückert (1788 – 1866)
Interpretan:
Theresa Szorek, Soprano
Tammin Julian Lee, Piano

1. ¡No escuches mis canciones!

¡No escuches mis canciones!
Mis ojos miran al suelo
como si hubiese hecho algo malo.
Ni siquiera yo mismo
me atrevo verlos crecer.
¡Tu curiosidad es una traición!

Cuando las abejas construyen sus celdas
no se observan entre ellas
ni tampoco se observan a sí mismas.
Mas cuando a los deliciosos panales
bañe la luz del día,
¡entonces serás la primera en probarlos!

2. Si amas la belleza

Si amas la belleza,
¡oh, no me ames!
¡Ama al Sol,
cuyo cabello es dorado!

Si amas la juventud,
¡oh, no me ames!
¡Ama la primavera,
que es joven cada año!

Si amas las riquezas,
¡oh, no me ames!
¡Ama a la sirena,
dueña de relucientes perlas!

Si amas el amor,
¡oh, sí, ámame!
¡Ámame siempre,
como yo te amaré eternamente!

3. ¡Respiro una dulce fragancia!

¡Respiro una dulce fragancia!
Mi alcoba la adorna
una rama de tilo,
un regalo
de la mano amada.
¡Qué delicioso era el perfume del tilo!

¡Qué delicioso es el perfume del tilo!
La rama de tilo
que tan dulcemente cortaste del árbol
la huelo con reverencia,
pues el aroma del tilo
es el dulce aroma del amor.

4. A medianoche

A medianoche
me despierto
y miro al cielo;
ni una estrella de la galaxia
me sonríe
a medianoche.

A medianoche
pensé
en los sombríos espacios infinitos.
Mas ningún pensamiento luminoso
me trajo consuelo
a medianoche.

A medianoche
presté atención
a los latidos de mi corazón;
sólo un pulso de tristeza
me incendió
a medianoche.

A medianoche
peleé en la lucha,
¡oh, Humanidad! de tu sufrimiento;
mas no pude decidirla
ni con toda mi fuerza
a medianoche.

¡A medianoche
puse mis fuerzas
en tus manos!
¡Señor! ¡Sobre la vida y la muerte
Tú eres el centinela
a medianoche!

5. He abandonado el mundo

He abandonado el mundo
en el que malgasté mucho tiempo,
hace tanto que no se habla de mí
¡que muy bien pueden creer que he muerto!

Y muy poco me importa
que me crean muerto;
no puedo decir nada en contra
pues ciertamente estoy muerto para el mundo.

¡Estoy muerto para el bullicioso del mundo
y reposo en un lugar tranquilo!
¡Vivo solo en mi cielo,
en mi amor, en mi canción!

 

La Vieja (Die Alte) (2001)
Carola Bauckholt (*1959)

Interpreta:
Theresa Szorek, Soprano